La
musa caprichosa del amanecer
No fue la ventolera del
fin del mundo ni la metralla del granizo en las tejas lo que me
desveló anoche, sino la ansiedad de que inevitablemente amanecería
el 8 de enero. Desde hace veinticinco años siempre empiezo a
escribir en esta fecha, más por superstición que por disciplina:
temo que si empiezo otro día, el libro será un fracaso, y que si
dejo pasar un 8 de enero sin escribir, ya no podré hacerlo en el
resto del año.
Isabel
Allende
La
suma de los días
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